By: LourdesDav
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Desde los días 6 al 15 de noviembre la viuda de Fran Santana, Juana (cariñosamente llamada Nani) y una de sus hijas, Urma, han visitado la región extremeña, siendo acogidas con sumo agrado por los Agentes del Medio Natural extremeño, pudiendo visitar, desde su residencia en Robledillo de Gata (Cáceres), pueblo declarado Bien de Interés Cultural, los yacimientos romanos de Mérida, las ciudades monumental de Cáceres y Trujillo, El Centro de Recuperación de Fauna protegida “Los Hornos”, sito en Sierra de Fuentes (Cáceres),el Parque Nacional de Monfragüe , Sierra de Gata y su patrimonio histórico y cultural, conviviendo con los roblillejos, quienes les aceptaron con sumo cariño y disfrutaron de su compañía conociendo a la par el pueblo y los senderos existentes entre chorrerones, cascadillas y ermitas.
En las fotos tomadas se puede ver a la familia canaria juntos al Agente del Medio Natural Miguel Méndez, quien les mostró en vehículo oficial todo el Parque Nacional de Monfragüe, siendo acompañados en el recorrido por el presidente de AMINTA, Antonio Gutiérrez Sánchez; así como la entrega por parte de la secretaria de la Junta Directiva de APAMNEX (Asociación Profesional de Agentes del Medio Natural de Extremadura), María Gómez Pizarro, de productos gastronómicos típicos de la Sierra de Gata.
Agradecemos a través de este artículo el sincero apoyo prestado por la Directora del Parque Natural de Monfragüe, Carmen Martín, así como la amabilidad del equipo y compañeros del Espacio Natural Protegido.
By: LourdesDav
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Un domingo 27 de septiembre del 2020, Cesáreo Muñoz Macías, falleció de un infarto. Era un agente medioambiental que llevaba ganándose el cariño de sus compañeros desde que en 1993 se incorporó a su puesto de trabajo en la Sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora.
Su muerte ocurrió entre el monte de Sesnández y El Casal, en el término municipal de Tábara, dentro de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de La Culebra. Estaba trabajando, un hombre con gran vocación reforzada por la experiencia, esta vez en un rececho de ciervo. Al quedarse inconsciente, el cazador con el que se encontraba le realizó maniobras de reanimación, pero no fue posible salvar a Cesáreo, como tampoco pudo hacer nada el personal del helicóptero medicalizado que acudió en su socorro.
Los parajes apartados que tantas veces recorrió, como los ciervos y lobos que le encantaba rastrear, esta vez hicieron que no recibiera una ayuda especializada y equipada a tiempo.
Natural de Peraleda del Zauzejo, en la provincia de Badajoz, sus restos volvieron al pueblo que le vio nacer. Mantuvo su acento durante los 27 años que vivió en esta comarca zamorana en la que también se ganó el cariño de sus habitantes, con su sonrisa por delante, y su buen humor del que siempre hizo gala. Sus compañeros de comarca, y de las vecinas, también recuerdan su saber hacer dirigiendo la extinción de incendios forestales. La Sierra de La Culebra, para cualquier Agente Medioambiental que se incorpore, es sinónimo de fuego. La falta de experiencia en cualquiera de nuestras funciones pesa, pero en extinción de incendios es una losa. A Cesáreo le salía de dentro el no dejarles solos, siempre pendiente de su estado de ánimo, no le faltaban palabras de aliento, además de trasmitir esa experiencia tan importante en nuestra profesión. Era el veterano que a todos nos gustaría tener como padrino, un padrino del que se han quedado huérfanos varias promociones de Agentes Medioambientales.
Dejó un hijo y una hija, el primero contaba con 24 años de edad y ella con 20.
Cesáreo, ahora nos toca a nosotros seguir tu rastro.
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Cinco miembros de un retén de intervención rápida pertenecientes a la antigua Agencia de Medio Ambiente (AMA) de la Comunidad de Madrid, cuatro hombres y una mujer, perdieron la vida la tarde del 18 de septiembre de 1992 cuando trabajaban en la extinción de un incendio en la Sierra de El Rincón, en el límite entre Madrid y Guadalajara. Un cambio repentino del viento, según responsables de Protección Ciudadana, originó la tragedia al envolver en llamas a las víctimas, que, según las primeras hipótesis, perecieron por asfixia. Cuatro de los fallecidos tenían contratos temporales hasta el 15 de octubre. El incendio se inició al desprenderse chispas de una máquina oruga que realizaba trabajos de explanación, al rozar con piedras las cadenas, y que se encontraba realizando labores de preparación del terreno para repoblar pinos.
La brigada, dirigida por el agente forestal Ángel Godoy García, de 29 años de edad, estaba formada por cuatro bomberos forestales contratados temporales de los pueblos de la zona. Se trataba de Alberto Encinas Rosado, de 38 años, residente en Montejo de la Sierra, y Ana García García, de 29 años, residente en Prádena del Rincón y miembros del retén de Montejo de la Sierra; José Luis Herrero Macein y Francisco Ruiz Fuentes, de 46 años, naturales de Buitrago, ambos pertenecientes al retén de Buitrago.
El contacto por radio con los cinco fallecidos se perdió entre las cinco y las seis de la tarde. En principio no se le dio mayor importancia porque se consideró que podía ser debido a una zona de sombra motivada por lo accidentado del terreno. Pasadas las siete de la tarde se empezó a considerar que podía haber sucedido algo, y la inquietud fue en aumento durante la noche, al comprobarse que no era posible establecer el contacto y que las cinco personas no habían regresado a sus bases.
Según refirieron los habitantes de los pueblos de la zona, la brigada quedó cercada por las llamas y se dirigió hacia un arroyo sin agua de las inmediaciones. Allí murieron por asfixia y posteriormente el fuego carbonizó los cuerpos.
Los alcaldes y vecinos de los municipios de donde procedían los combatientes destacaron la ilusión, entusiasmo y profesionalidad con la que los fallecidos desempeñaban su trabajo en la lucha contra los incendios.
Descansad en Paz, compañeros.
Agradecemos a los Bomberos Forestales de la Comunidad de Madrid las fotografías aportadas para este artículo a través de su página de Facebook.
By: LourdesDav
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Homenaje a Manuel Murillo Tena
Manuel Murillo Tena falleció el 23 de agosto de 2012. Uno de esos agentes medioambientales que generaban serenidad cuando llegaba a un incendio forestal. Al desempeñar sus funciones en El Bierzo, quienes trabajan en extinción pueden estar de todo menos tranquilos.
Aquel jueves fatídico tenía guardia de incendios. Pero no fue el fuego que tan bien entendía y sabía apagar, Manuel iba a su trabajo en la base de la brigada helitransportada de Cueto (León), su labor la desempeñaba formando parte de este equipo. Pero también en era excepcional en su forma de incorporarse al trabajo, lo hacía en bicicleta, sumando casi 100 kms entre ida y vuelta a la base del Cueto.
Cuando pasemos por la carretera N-120 veremos un pequeño viaducto que da acceso a Toral de los Vados, cerca de su punto kilométrico 429. Allí, el 23 de agosto de 2012 Manuel Murillo Tena pedaleaba como siempre cuando una furgoneta que realizaba un adelantamiento en sentido contrario le embistió, saliendo despedido sin posibilidades de sobrevivir. Los servicios sanitarios que llegaron ya no pudieron hacer nada por él, tan solo certificar su muerte, la muerte de un hombre bueno, con 43 años, casado y con dos hijas.
Gran profesional, con gran empatía entre otras cualidades, le hacía afrontar problemas que tenían sus paisanos, haciéndolo como agente medioambiental y como vecino. Fue presidente de la Asociación de Montañismo de Puente Domingo Flórez y miembro de la Mesa del Castaño. Este árbol es algo más que un icono para quienes recorran El Bierzo, ha sido el alimento que ha salvado a muchas generaciones de esta comarca, sigue siendo un referente en su gastronomía, tiene el aprovechamiento maderero que da trabajos entre sus gentes, y tiene tanto valor cultural y económico como riesgos de diferentes tipos. Manuel se implicó hasta la médula con esta visión del castaño.
Una persona muy humana que se involucraba en todo lo que le trasmitiera esa humanidad. Así le correspondieron los habitantes de Puente de Domingo Flórez, donde vivía, la junta vecinal cambió el nombre a una de sus calles y ahora podemos andar por el Paseo de Manuel Murillo Tena, donde encontraremos un pequeño monumento que le recuerda. El presidente de la junta vecinal, el pueblo “nunca podrá agradecer suficientemente su labor desinteresada, no solo como profesional, sino como ser humano, siempre implicado y afanado por educar y transmitir valores, especialmente con los niños, en defensa de la naturaleza, el medio ambiente y el respeto por los animales”.
Los bomberos forestales de la brigada helitransportada de Cueto, también rinden su propio homenaje a Manuel, instalaron un monolito en la base de la brigada que guarda su memoria.
Los agentes medioambientales que tuvieron la suerte de ser sus compañeros, tanto en la comarca con en algún incendio forestal en otros lugares, son testigos de su mirada tan profunda, carácter pacífico, de su capacidad para resolver problemas gracias a su empatía, amabilidad y elevado conocimiento del territorio en todas sus dimensiones. Los agentes medioambientales leoneses, grandes profesionales en la lucha contra los incendios forestales, tienen su propia cita para nuestro compañero, “jefe de extinción privilegiado, yo cada vez que oía que estaba al frente del incendio Manuel Murillo, iba al incendio con una sonrisa, daba gusto trabajar con él, la tranquilidad que otorgaba, la capacidad que tenía para gestionar medios, y de qué manera, era tremenda”.
Manuel, con la serenidad que viviste te recordamos.
By: LourdesDav
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El domingo 17 de julio de 2005 fallecieron en el incendio de Riba de Saelices (Guadalajara), once personas que trabajaban en su extinción: la dotación de una autobomba, Jesús Ángel Juberías Navarro de 42 años, y Mercedes Vives Parra de 43 años; los siete integrantes del retén de Cogolludo, Julio Ramos Ballano de 28 años, José Rodenas Parra de 52, Manuel Manteca Hernández de 23, Luis Solano Montesino de 35, Marcos Martínez García de 24, Jorge César Martínez Villaverde de 24 y Sergio Casado Iritia de 22; y 2 agentes medioambientales, Pedro Almansilla Fuero de 52 años, casado y con dos hijos, y Alberto Cemillán Jadraque de 37 años, casado y con dos hijos también.
Diez de ellos habían nacido en la provincia de Guadalajara, y uno en Cuenca. El conductor de una autobomba que acudió en su auxilio no logró llegar hasta el grupo, alcanzándole el frente del incendio a escasa distancia, siendo el principal testigo de lo que ocurrió, salvó su vida abriendo la espita del depósito y colocándose bajo el chorro de agua.
Este suceso se consideró de fuego eruptivo, que se había dado en otras ocasiones en España, la Gomera (1984 y 20 muertos), Parque Natural de Grazalema (1992 y 5 muertos), Millares en Valencia (1994 y 7 muertos), y Alájar en Huelva (1999 y 4 muertos). Se produce una gran aceleración en la velocidad de propagación del incendio que sorprende a los medios de extinción, a menudo sin opciones de escapar a lugar seguro. En el caso del incendio de Riba de Saelice, la vegetación arbustiva, dominada por la jara y material seco disperso, tan fácil de arder, junto a una gran superficie expuesta al oxígeno y topografía irregular, fueron las condiciones idóneas para que la velocidad de propagación llegase a los 121 km/hora en un área algo superior a las 2 hectáreas. Así, cuando el operativo dispuesto allí percibió que el frente de llamas evolucionaba de una forma tan tremenda, trataron de escapar en sus vehículos. Necesitaban cubrir aproximadamente 600 metros para escapar, pero solo pudieron recorrer 300.
Resulta complicado predecir estos movimientos convectivos que afectan a un área tan pequeña, pero aún era más difícil en aquel incendio de 2005. La investigación de este accidente ha permitido que conozcamos mejor este tipo de fenómenos, lo que ha mejorado nuestra formación y los métodos de trabajo en extinción.
El incendio se originó por una barbacoa en el merendero cercano a la Cueva de Casares el día anterior, habiendo sido advertidos los responsables por un agente medioambiental que les pidió que la apagasen por la sequía de aquel año, y por las condiciones peligrosas de aquel día. Al no haber una normativa que prohibiese tal actividad, no pudo obligarles a desistir de sus planes, y los excursionistas decidieron proseguir. Más tarde se alejaron para bañarse, momento en el cual el viento reavivó el fuego, y la extrema sequedad de la vegetación de alrededor permitió que se iniciara el incendio forestal.
Se quemaron 10.352,57 hectáreas de monte arbolado, la mayoría cubierto de pino resinero, sabina mora y roble, 2.380,16 hectáreas de matorral y pasto y 154,64 hectáreas de superficie no forestal. El incendio afectó a 2.400 hectáreas de alto valor ecológico pertenecientes al Parque Natural del Alto Tajo.
La investigación de las causas del incendio y de la responsabilidad de estas muertes dieron lugar a un largo y complejo proceso judicial. Aunque finalmente la responsabilidad penal recayó en el excursionista que hizo la barbacoa, el número de imputados fue aumentando entre responsables técnicos y políticos. Todo ello dio lugar a cambios en la normativa de uso del fuego y de la organización del trabajo de extinción, lo que ha permitido mejorar la prevención en ambos sentidos, reducir la probabilidad de que se inicie un incendio y de que se produzcan accidentes entre los trabajadores en la extinción, un largo camino que se sigue recorriendo.
En recuerdo a su memoria, en el parque Las Lagunillas de la localidad abulense de Casavieja, junto a la escultura realizada en bronce de un bombero forestal que representa un monumento a tan arriesgada profesión, existen once rosas negras por cada uno de los miembros del operativo que fallecieron en aquel dramático y triste suceso.
Ojalá nunca más tengamos que despedir con tanta desolación a mujeres y hombres tan valientes y entregados a la causa de la protección de nuestros montes, como lo eran los Once de Riba de Saelices.
Descansen en paz.
Recientemente la asociación APAMNEX (Asociación profesional de Agentes del Medio Natural de Extremadura), procedió a la entrega de una donación proveniente del dinero sobrante del proceso judicial establecido contra la Junta de Extremadura, por parte de unos sesenta agentes que constituyeron una plataforma con este fin.
Es muy loable este tipo de generosidad de la que ya tenemos varios ejemplos. AMINTA se suministra principalmente del dinero de las cuotas de sus asociados (unos 85, pocos somos), y si no fuera por este tipo de donaciones altruistas, no podríamos llevar a cabo nuestros fines, nos sería imposible. Tan sólo el seguro médico y bucodental del que disponen los huérfanos y huérfanas de la asociación, el más amplio del mercado, se llevaría la totalidad de dichas cuotas. Las ayudas a los estudios, los voluntariados y campamentos… estarían fuera de nuestras posibilidades económicas.
Por ello pedimos, solicitamos, rogamos a esta Gran Familia Forestal que está compuesta por más de seis mil agentes procedentes de todas las CCAA, que se impliquen más en la Asociación, pues sus fines son importantes, ayudando así a las familias beneficiarias que en un momento dado tuvieron que soportar la penosa y pesada carga de quedarse solas en este mundo cuando sus parejas perdieron la vida en un incendio, en un accidente de helicóptero, asesinados…
Son huérfanos y huérfanos que deberían ser apadrinados por todo el colectivo. Por ello
estos gestos propiciados por, en este caso la Plataforma por el Grupo B a través de APAMNEX, nos llenan de satisfacción y orgullo, y por ello, tanto AMINTA como las familias beneficiarias de la asociación, les estamos sumamente agradecidos.
Junta Directiva AMINTA
En la fotografía el presidente de APAMNEX, Orencio Vinagre, hace la entrega de la donación al presidente de AMINTA, Antonio Gutiérrez.
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Un 19 de junio, pero del año 2006, falleció en accidente de tráfico en Medina del Campo (Valladolid) nuestro compañero Juan Carlos Lozano Sanz, Agente Forestal de la Junta de Castilla y León y de la Consejería de Medio Ambiente con destino en Valladolid.
Tenía 48 años, no tenía hijos.
A pesar de que rápidamente la UVI móvil de Medina del Campo y el helicóptero medicalizado de Salamanca se pusieron en movimiento, a la llegada de los facultativos, sólo pudo confirmarse su fallecimiento.
Descansa en paz, compañero.
El 22 de mayo de 2018 falleció un miembro de la familia forestal, Luis Antonio Lorenzo Catalá, Agente de Protección de la Naturaleza en Teruel. La desgracia vino de la mano de un accidente de circulación que se produjo en un traslado “in itinere”. En aquel momento con destino en Alcañiz, Luislo era conocido y querido por sus compañeros aragoneses, además de los agentes forestales de otras comunidades autónomas que tuvieron la suerte de conocerle. Algunos le recordamos de un curso en la Escuela de Vadillo (Cazorla), y al referirnos a él a veces decimos “el de la gran risa”. Su vitalidad la llevó también a nuestra profesión, ayudando a impulsar tareas de investigación, como la de causas de incendios forestales, entre otros delitos ambientales, y actividades de educación ambiental. Durante varios años formó parte de la Cuadrilla helitransportada de Alcorisa, como uno de sus APN.
Durante su vida profesional promovió y realizó tareas de educación ambiental, sensibilizando a los niños en edad escolar de problemáticas ambientales, especialmente las relacionadas con los incendios forestales, como las que se realizaban en la base helitransportada de Alcorisa, a la que pertenece la fotografía que acompaña a esta breve y cariñosa reseña. Tenía 56 años en el momento del accidente.
A sus 56 años estaba casado con Teresa, con quien tuvo tres hijos, Vega, Estrella y Víctor. La familia forestal no te olvida Luislo, ni a la familia que fundaste acá.
By: LourdesDav
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Hace poco, uno de los AAMN más valientes e íntegros que yo he conocido en tierras extremeñas, celebró su jubilación con los compañeros que siempre han estado a su lado incluso en los momentos más difíciles de su carrera profesional, aquéllos que fueron provocados principalmente por la iniquidad de varios representantes de la Administración y de algunos poderosos que, tanto unos como otros, no veían con buenos ojos a los que ejercen su complicado oficio de defender la naturaleza con gran profesionalidad, honestidad y rectitud, sin achicarse tampoco ante sus amenazas y ataques.
Él pidió que, el regalo que le fueran a hacer los compañeros en su despedida, consistiera en una donación a la Asociación de Ayuda a Huérfanos de Agentes Forestales y Medioambientales fallecidos en Acto de Servicio.
Y así fue, quedamos en Sierra de Gata, y al pie de la Almenara, soberbia torre medieval que pondera a la vista sobre el territorio, me hizo entrega, como representante de la Asociación, de lo recaudado, una generosa cantidad.
Gracias, Caballero del Norte, por ser como eres, no solo valiente, sino también dadivoso.
Un fuerte abrazo mío y un sincero agradecimiento por parte de AMINTA a tu gesto.
Antonio Gutiérrez Sánchez. Presidente de AMINTA
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A la joven edad de 28 años, nos dejó Pascual Garrido, Guarda de Conservación de Naturaleza (antigua denominación de los actuales Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón).
Era un 2 de abril del año 1991, y Pascual atendía un águila herida en una caseta situada en un lugar apartado de la sierra de Arguis, en Huesca. Un grupo de presos de la cárcel de Huesca realizaban, en régimen abierto, trabajos de formación forestal en la zona.
¿Un asunto de tráfico de drogas en el que un individuo del exterior entregaba la droga a su hermano, que era uno de los presos allí reunidos, para introducirla en la cárcel? ¿La mala suerte de que Pascual estuviese en el sitio inadecuado en el momento más inoportuno y observase el delito? ¿La intención de los asesinos de no dejar testigos?
El caso es que nuestro compañero fue hallado allí, en aquella caseta, mutilado con una motosierra que desapareció como de la nada.
Ello, unido a la imposibilidad de culpabilizar a sus asesinos por la presunción constitucional de inocencia tras numerosas contradicciones en sus declaraciones y la inexistencia de pruebas, hizo más amargo el drama.
Un crimen al que no se hizo justicia, y que por lo tanto nunca podrá cerrar la herida abierta entre sus familiares y sus compañeros.
El centro de interpretación de la Red Natural de Arguis, donde se perpetró el crimen, fue rebautizado con el nombre de Pascual Garrido.
(Fuente: https://extraconfidencial.com/noticias/el-crimen-de-la-moto-sierra-la-justicia-no-ha-castigado-al-asesino-del-guardia-forestal-pascual-garrido-descuartizado-hace-23-anos/)
En la foto, tomada por el compañero David Gómez Samitier (también tristemente fallecido en accidente de circulación), e incluida en su libro “Pájaro de Barro”, aparece Pascual Garrido aportando comida a un muladar de Quebrantahuesos.
Ojala, amigo Pascual, se haga justicia en el cielo, ya que en la tierra tu execrable crimen, quedó impune.
Descansa en Paz, querido Pascual, compañero.