Juan Rubén López Cueto perdió la vida el 3 de mayo de 2006. La naturaleza perdía a un gran profesional volcado en su conservación, y los Agentes del Medio Natural perdían a un gran compañero y persona. Todos perdimos a Rubén, más aún su mujer y los dos hijos que tenía, por entonces con 3 y 7 años. Hoy se cumplen 16 años de aquel día en el que se dirigía a hacer el seguimiento de la presencia de lobo, cuando el vehículo oficial que conducía cayó por un barranco en la pista “La Collada”, en la Sierra del Cuera, en el concejo de Peñamellera Baja (Asturias).
Rubén tenía 44 años, y para conocer mejor su valía como Agente del Medio Natural y como persona, sus compañeros lo expresan en este vídeo.
Compañero, quienes tuvieron la suerte de conocerte no te olvidarán nunca, quienes no tuvimos esa fortuna, ahora sabemos más de ti, y tampoco te olvidaremos.
Acompañamos en el recuerdo y en el cariño a tu familia y amigos.
Descansa en paz en la tierra que tanto quisiste y cuidaste.
A la joven edad de 28 años, nos dejó Pascual Garrido, Guarda de Conservación de Naturaleza (antigua denominación de los actuales Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón).
Era un 2 de abril del año 1991, y Pascual atendía un águila herida en una caseta situada en un lugar apartado de la sierra de Arguis, en Huesca. Un grupo de presos de la cárcel de Huesca realizaban, en régimen abierto, trabajos de formación forestal en la zona.
¿Un asunto de tráfico de drogas en el que un individuo del exterior entregaba la droga a su hermano, que era uno de los presos allí reunidos, para introducirla en la cárcel? ¿La mala suerte de que Pascual estuviese en el sitio inadecuado en el momento más inoportuno y observase el delito? ¿La intención de los asesinos de no dejar testigos?
El caso es que nuestro compañero fue hallado allí, en aquella caseta, mutilado con una motosierra que desapareció como de la nada.
Ello, unido a la imposibilidad de culpabilizar a sus asesinos por la presunción constitucional de inocencia tras numerosas contradicciones en sus declaraciones y la inexistencia de pruebas, hizo más amargo el drama.
Un crimen al que no se hizo justicia, y que por lo tanto nunca podrá cerrar la herida abierta entre sus familiares y sus compañeros.
El centro de interpretación de la Red Natural de Arguis, donde se perpetró el crimen, fue rebautizado con el nombre de Pascual Garrido.
(Fuente: https://extraconfidencial.com/noticias/el-crimen-de-la-moto-sierra-la-justicia-no-ha-castigado-al-asesino-del-guardia-forestal-pascual-garrido-descuartizado-hace-23-anos/)
En la foto, tomada por el compañero David Gómez Samitier (también tristemente fallecido en accidente de circulación), e incluida en su libro “Pájaro de Barro”, aparece Pascual Garrido aportando comida a un muladar de Quebrantahuesos.
Ojala, amigo Pascual, se haga justicia en el cielo, ya que en la tierra tu execrable crimen, quedó impune.
Descansa en Paz, querido Pascual, compañero.
Marzo del 2012 fue trágico para el Pirineo Catalán, el día 8 de ese mes se produjeron cinco incendios con apenas una hora y media de diferencia. Uno de ellos se registró en Calvinyà, en la comarca leridana del Alt Urgell, donde desde 1987, Jaume Rey Laguía, perteneciente al Cuerpo de Agentes Rurales de la Generalitat de Catalunya era jefe del área básica de la comarca de l’Alt Urgell (Pirineo de Lleida).
Según el diario El País, “Ese día Jaume no trabajaba, pero era el único jefe de la comarca y debía estar disponible todo el día a través del teléfono. Fuentes cercanas al compañero cuentan que, de hecho, fue el único jefe de un cuerpo implicado en la extinción que no tuvo relevo y acudió a todas y cada una de las reuniones del equipo encargado de controlar el fuego”.
Desde ese fatídico día, Jaume no fue el mismo, no dormía, se encontraba muy nervioso, sufría mucha presión en el trabajo… Su grado de profesionalidad era tan elevado, se exigía tanto, que rallaba la obsesión. Citando la misma fuente, y según declaró su hijo a la policía “Tenía mucho miedo a las sanciones que pudiera sufrir por la responsabilidad en el incendio, tenía miedo a perder su buena reputación e ir a la cárcel”.
A pesar de recibir tratamiento médico, no pudo aguantar más aquella angustia, y el día 25 de marzo su cadáver fue hallado por sus compañeros colgado de un árbol en una zona conocida como Mas d’en Coll, en la localidad de Alas i Cerc (Lleida), después de encontrarse dos cartas manuscritas en su despacho. Una iba dirigida a sus superiores, en ella manifestaba su “preocupación por el incendio de Calvinyà, el cual le había roto la vida a él y a su familia, así como que la Administración estaba buscando un cabeza de turco que responsabilizar por no haberse realizado las tareas correctamente y que este sería él”, según recoge el auto.
Según sentencia de la Sala Social del TSJC, Jaume se quitó la vida a consecuencia de la presión derivada de su trabajo: “su elevado grado de profesionalidad, responsabilidad y auto exigencia le superó emocionalmente hasta el punto de poner fin a su vida”, señaló el tribunal.
Jaume tenía 51 años, y dejó en este mundo mujer y un hijo y una hija adolescentes, y entre sus compañeros y compañeras, el recuerdo de un profesional comprometido con la protección del medio ambiente.
En su honor, el día 13 de diciembre de 2014, la Asociación Profesional de Agentes Rurales de Cataluña llevó a cabo un acto de homenaje a su persona, que contó con la presencia de su familia, autoridades y decenas de compañeros y compañeras.
Descansa en pau, company Jaume.
https://elpais.com/ccaa/2014/05/05/catalunya/1399283485_243482.html
Hacia el mediodía de un 19 de marzo del 2011, partió de la base de Alcorisa (Teruel) su Brigada Helitransportada con seis componentes: el piloto Albert Batlle, de 38 años; los bomberos forestales José Ramón Millán Salafranca, de 24 años, Angus Thompson Caminals, de 35, Ángel Aznar, de 32 años, Esteban Galve y Francisco Javier Benaque; y el Agente de Protección de la Naturaleza Rafael Andréu Omella, de 40 años de edad.
El helicóptero, un Bell 407, acudía a un incendio cuando perdió estabilidad y se vino abajo estrellándose hacia las 13:30 horas. Tras una investigación posterior se determinó que la causa del accidente se debió a un fallo mecánico por una pieza en mal estado del aparato.
Sólo Ángel Aznar sobrevivió.
Todos ellos dejaron familias destrozadas anímicamente por el suceso, en el caso del Agente para la Protección de la Naturaleza, Rafael Andréu Omella, dejó viuda y un hijo que no llegó a conocer y que ahora está a punto de cumplir once años de edad, ya que nació un mes después del accidente.
Tanto el Agente como los bomberos forestales y el piloto, que fallecieron junto con él, seguirán por siempre en la memoria de todos nosotros, como los bravos y valientes defensores de nuestros montes que siempre fueron, y a quienes merecidamente AMINTA rinde tributo con su recuerdo.
Todo nuestro aliento a sus familias por la ausencia de seres tan queridos.
Descansen en paz.
BECAS PARA CURSOS INTENSIVOS B1 Y B2 DE INGLÉS PARA HUÉRFANOS BENEFICIARIOS DE AMINTA, IMPARTIDOS POR INAFO (Instituto de Formación para Agentes Forestales y Medioambientales)
Fieles al convenio firmado en su día entre AMINTA e INAFO para dotar de la preparación suficiente a los hijos e hijas de compañeros fallecidos en el desempeño de su deber, INAFO ha ofrecido una beca para cursos de B1 y B2 de inglés y AMINTA igualmente becará a otros beneficiarios que quieran también participar en los mismos.
AMINTA le da nuevamente las gracias a INAFO por tener siempre presente a los huérfanos de la profesión a la hora de ofrecerles participar en sus proyectos educativos.
Para más información sobre dichos cursos. por si alguien está interesado en los mismos:
https://inafo.es/producto/ingles-b1-b2/
Hemos de agradecer de todo corazón, tanto AMINTA como las familias beneficiarias de la asociación, la donación que nos ha llegado por parte de la Asociación Profesional de Axentes Forestáis de Galicia (APRAFOGA).
Cuando siempre nos hemos referido a nuestro colectivo como la Gran Familia Forestal, es porque hay acciones desinteresadas, como la de APRAFOGA, que sólo persiguen el ayudar, en la manera de sus posibilidades, a esos huérfanos y huérfanas de compañeros fallecidos en acto de servicio, haciéndoles sentir, a la par, amparados y queridos por todos aquellos Agentes Forestales y Medioambientales que ejercen el mismo oficio que en su día ejercieron sus padres.
Nos llena de orgullo el que las Asociaciones de Agentes Forestales y Medioambientales, conociendo sus escasos medios, puedan arrimar el hombro, aunque sea con un granito de arena, para conseguir los fines de AMINTA en pro del estudio, la salud, el aprendizaje, la convivencia… de nuestros huérfanos y huérfanas.
Gracias, APRAFOGA.
Era un sábado, un 21 de enero del 2017, un día como otro cualquiera de servicio rutinario, en este caso de control cinegético.
Xavier y David, Agents Rurals de l’Àrea Regional de Lleida, salieron temprano de patrulla. Muchos cazadores que supervisar aquel día. Iniciaron las inspecciones en el término municipal de Aspa, comarca del Segrià. Unos puestos de zorzales en un olivar joven les llamaron la atención, y acudieron a uno de ellos donde se encontraba el cazador que acabaría con su vida, de 28 años de edad.
El cazador no había pagado el permiso del Coto de Caza, y tenía un permiso de armas vigente, el tipo D, pero no era el necesario para la escopeta del calibre 12 que llevaba. Y, ante la presencia de los Agentes, reaccionó de la forma más cruel y vil que un individuo puede reaccionar: realizó sendos disparos a la cabeza de cada uno de los agentes, a corta distancia, y a cada uno un segundo disparo cuando ya yacían en el suelo. Murieron en el acto. Eran alrededor de las 10 de la mañana.
Francesc Xavier Ribes Villas tenía 43 años, dejó viuda y un hijo de 10 años.
David Iglesias Díez tenía 39 años, dejó viuda y una hija de 7 años.
Este vídeo es un homenaje póstumo que hemos propuesto realizar a compañeros con los que trabajaron durante el tiempo que ejercieron su profesión.
Xavier, David, todos vuestros compañeros Agentes Forestales, Agentes Medioambientales, Agentes del Medio Natural, Agentes de Medio Ambiente, Agentes para la Protección de la Naturaleza, Guardas Forestales… de todo el País, no os olvidan.
Descansad en Paz, compañeros.
Jordi Vidal i Subirà era funcionario del Cos d’Agents Rurals de la Generalitat de Cataluña, con la categoría de agente y número de identificación profesional 1273, adscrito al área básica del Berguedà (Prepirineo y Pirineo de la provincia de Barcelona). Murió el 24 de noviembre del 2005 en un fatídico accidente de tráfico cuando, junto con su compañero de patrulla, su vehículo se precipitó fuera de la vía por la presencia de hielo en la calzada.
El accidente tuvo lugar en la carretera C16, en el término municipal de Guardiola de Berguedà.
Jordi falleció al instante; su compañero resultó herido y afortunadamente se pudo recuperar de sus lesiones.
Natural y residente en el municipio de Bagà (el Berguedà), tenía 34 años y dejó viuda, aunque no tenía hijos.
Que descanses en paz, compañero.
Un domingo 27 de septiembre del 2020, Cesáreo Muñoz Macías, falleció de un infarto. Era un agente medioambiental que llevaba ganándose el cariño de sus compañeros desde que en 1993 se incorporó a su puesto de trabajo en la Sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora.
Su muerte ocurrió entre el monte de Sesnández y El Casal, en el término municipal de Tábara, dentro de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de La Culebra. Estaba trabajando, un hombre con gran vocación reforzada por la experiencia, esta vez en un rececho de ciervo. Al quedarse inconsciente, el cazador con el que se encontraba le realizó maniobras de reanimación, pero no fue posible salvar a Cesáreo, como tampoco pudo hacer nada el personal del helicóptero medicalizado que acudió en su socorro.
Los parajes apartados que tantas veces recorrió, como los ciervos y lobos que le encantaba rastrear, esta vez hicieron que no recibiera una ayuda especializada y equipada a tiempo.
Natural de Peraleda del Zauzejo, en la provincia de Badajoz, sus restos volvieron al pueblo que le vio nacer. Mantuvo su acento durante los 27 años que vivió en esta comarca zamorana en la que también se ganó el cariño de sus habitantes, con su sonrisa por delante, y su buen humor del que siempre hizo gala. Sus compañeros de comarca, y de las vecinas, también recuerdan su saber hacer dirigiendo la extinción de incendios forestales. La Sierra de La Culebra, para cualquier Agente Medioambiental que se incorpore, es sinónimo de fuego. La falta de experiencia en cualquiera de nuestras funciones pesa, pero en extinción de incendios es una losa. A Cesáreo le salía de dentro el no dejarles solos, siempre pendiente de su estado de ánimo, no le faltaban palabras de aliento, además de trasmitir esa experiencia tan importante en nuestra profesión. Era el veterano que a todos nos gustaría tener como padrino, un padrino del que se han quedado huérfanos varias promociones de Agentes Medioambientales.
Dejó un hijo y una hija, el primero contaba con 24 años de edad y ella con 20.
Cesáreo, ahora nos toca a nosotros seguir tu rastro.