By: Aminta
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Un 2 de abril de 1991 se halló el cadáver de nuestro compañero Pascual Garrido, Guarda de Conservación de Naturaleza (antigua denominación de los actuales Agentes para la Protección de la Naturaleza de Aragón). Encontró la muerte mientras atendía a un águila herida en una caseta situada en un lugar apartado de la sierra de Arguis, en Huesca. Su cadáver presentaba un enorme tajo a la altura de la ingle que le ocasionó la muerte de modo inmediato, y tenía todo el abdomen abierto, además de un fuerte corte en la espalda y diversos desgarramientos por el cuerpo. El asesino le había atacado con una motosierra. Tenía 28 años de edad.
Se consideró como sospechosos de su asesinato a un grupo de ocho presos de la cárcel de Huesca que el día del crimen realizaban, en régimen abierto, trabajos de formación forestal en la zona.
Tras diversas diligencias, la hipótesis de trabajo de la Guardia Civil era que los sospechosos utilizaban la caseta forestal donde se cometió el crimen para recibir diversas cantidades de droga, que recogían cuando salían a trabajar a la sierra y que luego introducían en la cárcel. El nexo entre la prisión y el exterior eran los hermanos D. A., que era uno de los presos, y V. A., que estaba fuera y suministraba la droga. El asesinato de Garrido obedecería a que fueron descubiertos por el agente en plena compra-venta de estupefacientes.
Tras numerosas contradicciones en sus declaraciones, el juez tuvo que absolver a los acusados por la presunción constitucional de inocencia, ya que tampoco se encontraron pruebas suficientes para incriminarles: la motosierra había desaparecido.
El centro de interpretación de la Red Natural de Arguis, donde se perpetró el crimen, fue rebautizado con el nombre de Pascual Garrido. (Fuente: extraconfidencial.com).
En la foto, tomada por el compañero David Gómez Samitier (también tristemente fallecido en accidente de circulación), e incluida en su libro “Pájaro de Barro”, aparece Pascual Garrido aportando comida a un muladar de Quebrantahuesos.
Ojala, amigo Pascual, se haga justicia en el cielo, ya que en la tierra tu execrable crimen, quedó impune.
Un aliento por parte de AMINTA a la familia en su desesperanza.